Azul

¿Puede una mirada ser al mismo tiempo tierna y felina? Sí. La mía lo es. Me llamo Azul y, entre mis múltiples encantos físicos, el de mi mirada es uno de los más destacables. En cierto modo, ese mirar felino del que hablo combina y se complementa a la perfección con mi forma de caminar lenta, elegante y sensualmente acompasada. Que esa forma de andar simbolice a la perfección mi forma de estar en el mundo no es una casualidad. Después de todo, los psicólogos dicen que nuestro carácter se refleja en cada uno de nuestros gestos. Así, atendiendo a mi forma de caminar y de moverme, se me puede considerar una mujer pausada, tranquila, sensual, también mimosa y tierna, siempre elegante. Pero que nadie olvide que, como todos los felinos, también puedo comportarme como una auténtica tigresa. Y ése, quizás, es uno de mis mayores atractivos. Y es que en las relaciones con los demás siempre debe existir un margen para la sorpresa. Por eso es siempre buena idea ir un poquito más allá de las lindes de la simple amistad.

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